.
Na digestão do jantar de ontem, dei conta que foi há dez anos que nos conhecemos. E apeteceu-me celebrar. Porque hoje podíamos ser apenas uma fotografia desbotada, tirada em Budapeste ou Barcelona, e uma mão cheia de recordações a muitas vozes, tão inesquecíveis como incapazes de sobreviver para além do calendário. Mas conseguimos escapar a esta fatalidade. Não todos, é certo, mas conseguimos.
O que me apetece celebrar, mais do que a memória desses dias, é o que somos hoje, a nossa amizade actual e concreta, os passos que demos para chegar aqui, os caminhos dos dias que hão-de vir. E a certeza de que somos muito do que somos porque fomos o que fomos. Juntos.
Com música, porque é com música que se celebram as pequenas e grandes coisas da vida. E porque há sempre uma música para cada uma.
Com esta música, porque tinha que ser.
.
.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar:
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»
golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»
golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar,
cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»
golpe a golpe, verso a verso.